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lunes, 4 de abril de 2011

El milagrito de fin de año.


Luis Enrique Délano en su libro Balmaceda editado por la editorial Sudamericana en año 2000. Nos presenta al presidente como un mártir. Dentro de las escuetas páginas de este manuscrito recorre diversos pasajes de su vida, la cual no voy a entrar mayormente en detalle, solo cabe destacar que fue un ciudadano liberal con una extraordinaria carrera política que lo llevaron a plasmar convicciones que incomodaron a una elite que hasta el día de hoy se deja ver como poderosa, exclusiva y muy pero muy conservadora.

Pero… este no es el punto principal, sino el patrimonio intangible que se ha ido manifestando a lo largo del siglo XX en función de su cripta en donde descansan sus restos mortales en la popular comuna de recoleta. (Lo de popular hace referencia a su historia y legado patrimonial que esta envuelve). Sin más rodeos, la animita de José Manuel Balmaceda, Presidente de Chile entre 1886 y 1891 se ha transformado en un lugar de agradecimientos por milagros concedidos.
La cultura popular de Chile ya posee una cantidad considerable de animitas que conceden deseos, unas más famosas que otras, pero hasta el momento se han portado bien con aquellos que desesperadamente han llegado a aquellos lugares a pedir una infinidad de plegaria y de tantos tipos que faltaría espacio para hacer un listado de estas.

La particularidad de la animita que nos convoca son sus fieles e incondicionales feligreses. ESTUDIANTES de colegio quienes hacia los últimos días del año se acumulan para pedir simplemente los inposible. Que los ayude a pasar de curso. Una práctica que lleva una cantidad de años significativa pero no posee una explicación coherente del por qué se va a molestar al Don presidente. Un factor común de nuestras queridas animitas milagrosas se centra en las facultades del deceso de quienes practican los milagros, en donde las abruptas y escandalosas condiciones de sus muertes pareciera que los inmortaliza y posiciona en este santificado status.
De todas formas hay muchos que acuden a estas animitas y hay para todos los gustos, incluso para quienes han perdido la fe del conocimiento a través de la maduración de las ideas y quienes no alcanzaron a pillar al mandinga en la higuera en la noche de san Juan.

Lo único claro que dejan estas palablas es: cuando ya no hay mate don Balma se pone con un milagrito y si este no ocurre, nuestro desauciado sistema educacional te da la oportunidad de hacer el curso de nuevo.

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